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«Escribo tanto porque ser escritor es estar en falta continuamente»

Un poeta que ha sido formado en los talleres de poetas venezolanos: Miguel Marcotrigiano,  Armando Rojas Guardia y Carlos Brito. Adalber Salas nació en Caracas, en 1987, vivió su infancia en Quinta Crespo. En su apartamento los libros no faltaban y desde muy joven comenzó a escribir. Confiesa que eran textos muy pobres, propios de un adolescente. Esos manuscritos ya no existen: “He destruido sistemáticamente todos mis manuscritos, incluso los de libros publicados. No me gusta que existan. Me pesan”, comenta el poeta en el libro Nuevo país de las letras (2016).

Se graduó en Letras en la UCAB, cursó una maestría en la Universidad de Nueva York y actualmente cursa estudios doctorales en dicha universidad en lengua y literatura española y portuguesa. Desde ese momento hasta ahora ha publicado una decena de libros: La arena, el vidrio: Ascenso en tres movimientos (2008), Extranjero (2010-2012), Suturas (2011), Heredar la tierra (2013), Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (2013), Salvoconducto (2015), Río en blanco (2016), Mínimos (2016), Materia intacta (2017), Estábamos muertos y podíamos respirar. Paul Celan, escritura y desaparición (2017), La ciencia de las despedidas (2018) y [A love supreme] Shakespeare: variaciones (2018).

Sobre A love supreme… el autor explica, en una entrevista con Hispanophone, que “ha traducido varios sonetos de Shakespeare desde presupuestos distintos: a la manera de Lope, o de Góngora, con neologismos, luego como una silva, o en verso libre, o como poema en prosa. Es una actividad creativa y, al mismo tiempo, exigente en sentido estricto. Me permite investigar los límites de la traducción: hasta dónde llega, qué ofrece, qué quita, qué añade al texto”.

Como traductor maneja el inglés, el francés y ahora el kreyòl haitiano. “Siempre fui más de lanzarme contra el libro o el producto audiovisual, en esos idiomas, que de estar en una clase. Empecé a traducir para probar. Recuerdo que desde el principio me preguntaba si la traducción que estaba haciendo también podía funcionar como poema, si tenía vida propia. Creo que sigue siendo mi principal preocupación”, agrega Salas.

Su oficio de escritor lo trabaja en la noche y se acuesta cuando la mayoría apenas se levanta: “La noche es mi taller. Y sobre todo la madrugada, porque trabajo de diez de la noche a tres de la mañana. Me fascina estar exhausto. Empujar el límite de la propia energía me resulta muy seductor”.

La escritura no siempre fue una primera opción, antes quiso ser biólogo, arqueólogo, paleontólogo, filósofo, psicólogo hasta que se decantó por las letras, donde ha recorrido un camino bastante fructífero: ha recibido el II Premio Nacional Universitario de Literatura (2007) y el XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita (España, 2014), por eso lo escogimos como autor del mes. En nuestra sala de lectura contamos con gran parte de sus libros, entre ellos: La arena, el vidrio: Ascenso en tres movimientos; Materia intacta; Salvoconducto; Extranjero; Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana; Suturas; La ciencia de las despedidas y [A love supreme] Shakespeare: variaciones.

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El lenguaje, el hecho de que existan palabras articuladas, es un fenómeno distintivamente humano, y al mismo tiempo siniestramente lejano de lo humano. Las palabras nos definen, nos permiten establecer comunidades, sociedades; vincularnos con otros miembros de nuestra especie. Al mismo tiempo, señalan nuestro límite: tienen vida propia. Lo que acabas de pronunciar ya está fuera, en ondas sonoras, moviendo partículas del aire. Eso ya no eres tú. Las palabras te indican dónde acaban la subjetividad y el cuerpo. El lenguaje es la muerte, entre otras cosas. Y así como lo dicho ya está afuera, las palabras también vuelven para decirte: “Tú eres esto”. La lengua permite la indecisión, permite el fallo; se basa en la grieta, en lo que uno no termina de nombrar nunca.

Referencias:

Osío, A. (30 de julio de 2018). “Le debo todo a las lenguas que traduzco”. Montreal: Hispanophone. Recuperado de http://hispanophone.ca/2018/07/30/le-debo-todo-a-las-lenguas-que-traduzco/.

Vall, K. (19 de noviembre de 2017). Adalber Salas Hernández: “El lenguaje es la muerte”. Caracas: El Nacional. Recuperado de http://www.el-nacional.com/noticias/entretenimiento/adalber-salas-hernandez-lenguaje-muerte_211440.

Fotos: De los libros: La Poeteca | De Adalber Salas Hernández: Paule Anne