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Poemas Ganadores del II Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas

Primer Lugar – Cristina Gutiérrez Leal

 

Sé del mar reventando contra un muro

cómo me asusta cuando levanta demasiado su oleaje

cuando enfría sus aguas y es imposible.

Sé de gente buena acodada en puentes

contemplo sus miradas cristalinas y la mía se envidria

me siguen enfermando mis ojos litorales

mis costas.

He visto desde un balcón

un río que divide tres países

abrí ya muchas veces mi puerta para saludar desconocidos

ya estiré una nueva lengua

ya me senté lo más al norte posible

ya estuve en la última calle de un país

ya fui todo lo insular que pude

ya he puesto toda mi fe en un viaje

ya he querido volver y abrazar

corro tras un nuevo paisaje que se alborote en mis ojos

vivo huyendo de este lugar que soy

pero el desarraigo no me cura

 

no me cura.

 

Segundo Lugar: Marcel Añez-Valentinez

P-a-l-abra

 

(a)

Las palabras se me pegan de la lengua

Cuesta tanto que se caigan de la boca

[Voraces voces veréis venir veloces]

Escupo y no se caen

Se estiran, desde la glándula pineal

Hasta la punta de la lengua, otra vez

Escupo y no se caen

 

*Glándula es una palabra fea

Las aes y las úes, no van bien solas

Gastronomía gramatical

¿Con qué queréis su diéresis?

¿La virgulilla, está en su punto?

 

(b)

Los sabios heresiarcas que contaban

Cada una de las cosas del mundo

Escanciando letras no alcanzaron

A completar La Enciclopedia Universal

 

Adjunto estas pocas líneas

Al esfuerzo inútil de nombrar

Todas las cosas del orbe

 

 

Las palabras entre aquellas

 

Palabra insulto

Genital, visceral

Siendo el sujeto algún orificio de otro

Introduzca aquello que semánticamente quepa

[Complemento de objeto directo]

Palabra verdad

Totalidad, belleza

El punto final de los finales

Es el punto que mejor le convenga

[Punto]

Palabra mercancía

Derecho de autor

El fetiche de la cosa que se vende por si sola

Consiste en que todos queremos una cosa que no necesite de nosotros

 

Palabra dictadura

¡Que muera la inteligencia!

Y San Manuel ya no fue bueno

El duende se había ido a descansar

 

Palabra olvido

Silencio, distancia

Aunque ponga toda el agua que quiera de por medio

 

 

Canoas cruzarán desandando lo olvidado

 

Palabra pueblo

Nos – otros

Que maten al Yo, lo culpen a Él

Y Tú seas el testigo

 

Palabra país

Nos – otros

Sobre todo de otros

 

Palabra literatura

Epitafio, frase póstuma

El único negocio que prospera

Después de que el dueño se muere

 

(c)

Si pudiera tomarle el peso a las palabras hiciera poesía

¿Me habrá escuchado usted los pensamientos?

Mejor trago saliva y no digo nada.

 

 

Tercer lugar – Isabella Saturno

 

Todo apunta 

Todo apunta
a que pronto
tendremos que tumbar los cocos de las palmeras de Caurimare.

Que iremos en procesión al cerro a buscar agua
en las cascadas.

Que regalaremos un mango de cumpleaños.

Todo apunta
a que pronto
nos comeremos las garzas del Guaire.

Pobres garzas.

Usaremos
los coletos de faldas
y nos pintaremos los labios con el hollín de los puentes.

Encenderemos el fuego para darnos luz
y un juego posible -pero mortal-

será perderse en los pasillos de las residencias.

Falta poco para que pesquemos
en las fuentes del restaurante chino.

Que miremos con nostalgia la Torre Británica
el Edificio Cavendes
que matemos un gorrión por hambre

que bajemos la fiebre
con rezos al precio del petróleo
y que pensemos que nos llegó la hora de cavar hasta llegar al mar
y huir.

 

Tercer Lugar:  Saúl Casanova

 

“CORRIDA”

 

A la fiesta de la que no pude esconderme, llegan a mi mesa dos personas.

Una tiene un vaso que de hielo es casi agua

y la camisa manchada me dice que llegó antes que yo que no se irá  hasta que baje el último ascensor

o se tienda la última sábana.

La otra ha pasado dos rondas y por como mira la hora, por como busca las llaves

sé que se irá pronto.

Hablamos corto

porque cada uno está calculando

cómo hará para que la fiesta no descuadre ni las ganas de vivir

ni el fin de mes.

 

Se quedará mi silla y se quedará mi vaso. Medio lleno, un poco sucio,

pienso que en este fondo aún está el licor

de los años y las personas que no nos abandonan, ni idas. Y el hielo que se derrite

son las horas de pensamiento y nostalgia ligera,

que nos hacen más largas las dichas y menos fuertes las ausencias.

 

Me quedaré  yo y seré el último que sepa lo que hay tras la palabra adiós.

Me quedaré yo y seré quien pase la escoba

a las horas en las que todos nos quitamos todo, menos la mugre,

para volver a ser nosotros.

Me quedaré yo y seré quien les recuerde al otro día, en otro año y cielo,

que dejaron sin querer

el pobre zarcillo en el que vieron el mundo brillar, como cuando lo vieron conmigo.

Y si no muevo hasta el techo para dar con él

– búscalo, por Dios, que ese se mueve más que tú- no sabré que hay un lugar al que puedo llegar

en el que me espera el tiempo perdido

 

como un piso que mover, y devolverlo.

Porque aquí nos han movido el piso para quitarnos el techo

sin que el cielo nos devuelva otro día.

 

Y veo a Beatriz bailando en la madrugada,

-llena eres de gracia-

sin medias, sin país, sin piso, y bailará mañana

a la misma hora en mi memoria,

cuando todas las luces siguen prendidas, y siguen abiertos los ojos,

como está abierta la noche,

y tampoco querré que se le baje a esa música como Beatriz no se bajó del avión.

 

Y Francisco, en otra esquina, apenas recién casado – aún

le tiemblan las manos cuando toca a una mujer – me dice en dos platos qué se siente perder Cumaná para poder ganar un sueño:

“Nos vamos el fin que viene

y no queremos despedirnos de nadie.

Cuando me acuerde de ustedes y las playas

será que les escriba. Uno goza, pero la vida manda”. Todavía Francisco nos recalienta la sopa,

mientras arregla la llave del baño. Pero no hay caldo que hoy alcance para tanta gente que lo recuerda,

siempre hablando con un trago en la mano, cuando pisan la Cumaná

que no tiene arreglo ni con repuestos.

 

No ha amanecido todavía,

el sonido de la cocina no nos ha despertado,

todavía el reloj no va a girar en todas las regiones del mundo y yo me digo:

¿quién ha dicho que se han ido de casa cuando lo único que permanece,

y que no puede esconderse

 

es el corazón?

 

Hoy sé que en mi vaso

han corrido las separaciones y que se han ido sorbo a sorbo como los pensamientos.

Uno a uno los voy despidiendo.