Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

La tarde del 9 de mayo se realizó el primer evento en los espacios de la nueva sede de la Fundación La Poeteca, en Los Palos Grandes, donde escuchamos un recital poético del autor venezolano residenciado en México Josu Landa, presentado por el escritor José Balza.

El filósofo, poeta, ensayista y narrador Josu Landa nació en Caracas en 1953 y está residenciado en México desde hace más de 30 años. Desarrolló su carrera literaria en ese país, donde también fue profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Para la presentación Balza leyó un texto crítico sobre la antología Estros, de Josu Landa (Monte Ávila Editores, 2006). En su disertación Balza destacó que “una lectura lenta va descubriendo cómo la voz del poeta emerge desde el fondo de los elementos”, a propósito de los textos de Neverí Flash(Fondo Editorial del Caribe, 2018), libro que fue reeditado este año en México en una edición ampliada y corregida con el nombre de Mundo Neverí(Ediciones Monosílabo, 2019), y cuyos textos conformaron la mayor parte del recital.

Antes de comenzar su lectura, Landa agradeció la posibilidad de presentarse en los espacios de La Poeteca, ya que tenía algunos años sin leer en público. Además se paseó por varios momentos de su producción poética y recordó su paso por el taller de poesía del Celarg, al que definió como un hito en su formación.

Landa, quien afirma que aunque no es un purista del lenguaje sí le gusta “recuperar palabras para devolverlas al uso”, cerró el recital con la lectura del poema Habría que very luego conversó sobre el proceso de composición de su poema Treno a la mujer que se fue con el tiempo (1996), que le hizo merecedor del Premio Carlos Pellicer, escrito al fallecer quien fuera su esposa, y sobre la traducción que hizo al vasco del poema Piedra de sol, de Octavio Paz.

habría que ver

 

la matriz del río

grávida de sol en limpidez

 

el hervidero de criaturas

entre el bagre y el caimán

 

la gracia de los cumanagotos

en el manglar y la curiara

 

los grandes coros de sapos

al son de la garúa en el atardecer

 

la volatería de alas

en celebración de la alborada

o

en temblor por el amago de algún trance

 

los monos y las iguanas

en poder de la umbría

 

la humilde fortaleza de los juncos

en medio

de la eterna eclosión de flores inocentes

 

las miríadas de tortugas

y su carga de tiempo

 

la virtud de los tinajones

con su porción de río tesoro

 

la obstinada floración de la vida

en la vida y en la muerte

 

habría que ver

lo que se fue con el agua

lo que quedó en el mar de la memoria

lo que vendrá con el agua

 

 

Fotografías: Hernán Zamora