Cecilia Ortiz: La Respiración, por Carlos Alfredo Marín
Cecilia Ortiz: la respiración
Por: Carlos Alfredo Marín de Letra Muerta
Fotos por: Samoel González
El pasado sábado 23 de septiembre asistí a la Librería Kalathos del Centro de Arte Los Galpones, quienes organizaron un merecido homenaje a la poeta venezolana Cecilia Ortiz (1951), junto con el apoyo de los promotores culturales del Team Poetero, Autores Venezolanos, Qué leer, Jamming Poético, La Parada Poética y Letralia.
La fiesta que comenzó a la 1:10 de la tarde, fue moderada por la poeta Gabriela Rosas, quien con carisma presentó el panel que escoltaría a la homenajeada: Edda Armas y Alfredo Chacón, ambos poetas distinguidos. Estos disertaron brevemente sobre la “respiración poética” de Ortíz, única en el panorama literario contemporáneo.
Recordemos que Cecilia Ortiz, oriunda de San Casimiro (Edo. Aragua), ha publicado Trébol de la memoria (1978), La pasión errante(1986, 1991), Autorretrato (1993), Naturaleza inventada (2004), Entramarino (2006), Daños espirituales (2007), Trébol, Antología poética (2008) y La espera imposible (2016), su más reciente publicación gracias al sello Oscar Todtmann Editores.
Edda Armas compartió unas notas íntimas. “Cecilia ha sido y sigue siendo una poeta ilusionada”, sentenció. Resaltó la exigencia de la poeta en cada imagen, en cada trazo. “Vivir es desear”, cerró en una especie de díalogo íntimo con la homenajeada. Alfredo Chacón, por su parte, recordó la amistad que lo ha unido a Ortiz por más de cuarenta años. Hizo énfasis en la influencia que tuvo en él la lectura de Trébol de la memoria, obra fundamental de la aragueña. “La poesía de Cecilia es energía abierta”, finalizó.
Luego la lectura se hizo espontánea, guiada por la alegría y la grata evocación de los versos. Al micrófono pasó Tibisay Guerra, Jorge Gómez Jiménez, María Alejandra Colmenares, Marlo Ovalles, Luna Benitez, Marianella Ferrer, Hildegart Acosta, Georgina Ramirez, Kira Kariakin, Arianne Cuárez, Melissa Nahmens, Yoyiana Ahumada, entre otros amigos y admiradores de la poeta. Así fue fluyendo la velada junto con el olor del café y la luz que nos inundaba desde la terraza.
Quizás la intervención más emotiva fue la de Zaira Castro, hija de Ortiz, quien agradeció a la vida haber salido del vientre de una poeta. Breves anécdotas fue sumando Castro a la comunión; la más reveladora fue la lectura del “No huyas tan cerca de mí”, uno de los pasajes que la marcó de por vida y que lleva tatuado hoy en su espalda.
Al final, cuando la voz enternecedora de Cecilia Ortíz tomó el micrófono, sentí la respiración andar. Leyó dos poemas, quizás tres, en medio de la dulzura sabatina. Su verbo cercano, llano, gracioso, venció mis ganas de seguir tomando notas. Solo me dispuse a escuchar el fraseo contagiante, el ritmo de las imágenes, las chispas de las palabras formando deseos.
Solo quiero cerrar esta breve reseña con este poema que integra La espera imposible. Que sea el modo de proseguir mi propia fiesta en torno a la obra de Cecilia Ortiz. Porque la experiencia de la poesía nos pone en correspondencia con cada latido, eterno y único, del rayo de esto que llamamos vida:
“Ahora
hay que guardar
silencio
para que venga
la metáfora
ideal
y no escape
a la realidad imposible”
En los siguientes enlaces les dejamos una selección de poemas que fueron recitados en dicho homenaje: